La Llorona: El Atravesamiento de un Lamento Prehispánico a lo Sobrenatural
Un grito ancestral que desgarra la noche, un mito que trasciende fronteras y siglos. ¿Qué hay detrás de la leyenda que hace temblar a Hispanoamérica?
Bajo la luz pálida de la luna, un alarido rompe el silencio de la noche. Entre los sauces que bordean el río, una figura espectral emerge: cabellos negros enmarañados, vestiduras blancas desgarradas, manos huesudas extendidas hacia el vacío. Sus lamentos, un eco de siglos de dolor, resuenan en cada rincón de Hispanoamérica. No es una, son cientos. No es un mito, es un legado. Bienvenidos al universo de La Llorona, donde la historia, el terror y lo divino se entrelazan en un grito eterno.
La Llorona Prehispánica: Orígenes Divinos y Guerreras de la Noche
La raíz de la leyenda se hunde en el México precolombino, vinculada a Cihuacóatl, la diosa primigenia del parto y protectora de las mujeres embarazadas. Representada con el rostro pintado en rojo y negro, coronada con plumas de águila, su figura encarna la dualidad de la vida y la muerte. Pero su verdadero poder reside en las Cihuateteo, mujeres que murieron en el parto y ascendieron como divinidades guerreras. Estas "mujeres águila" vagan en las encrucijadas, llorando a sus hijos no nacidos, sembrando temor con sus sollozos.
Los Presagios de la Caída de Tenochtitlán
Los códices y crónicas coloniales, como los relatos de Bernardino de Sahagún y Diego Muñoz Camargo, describen a una mujer llorando en la noche, anunciando la llegada de los españoles: "¡Hijitos míos, pues ya tenemos que irnos lejos!". Este lamento, atribuido a Cihuacóatl, fue un aviso de la destrucción del imperio azteca, fusionando el mito con la tragedia histórica.
La Llorona en la Nueva España: Amor, Traición y Sangre
Con la conquista, el mito se transformó. La versión colonial narra a una mujer indígena traicionada por un español que la abandona por una esposa de su raza. Enloquecida, asesina a sus hijos mestizos y se suicida. Su espíritu, condenado a vagar, llora junto a los ríos, castigando a los infieles. Este relato refleja el choque cultural y la violencia patriarcal de la época, convirtiendo a La Llorona en símbolo de la opresión colonial.
El Grito que Atraviesa los Siglos
Testimonios coloniales describen su aparición en la Ciudad de México: vestida de blanco, cabello negro flotante, con un canto fúnebre que hiela la sangre. Su leyenda se propagó como un virus, adaptándose a las heridas de cada sociedad.
Malintzin: La Otra Cara de la Llorona
¿Y si La Llorona fuera La Malinche, la traductora de Cortés? Algunas versiones aseguran que, arrepentida de traicionar a su pueblo, llora por los mestizos nacidos de la violencia. Su figura, entre víctima y traidora, añade capas de complejidad al mito, entrelazando culpa histórica con dolor maternal.
Versiones Regionales: Un Lamento que No Conoce Fronteras
Perú: La Tragedia de Carla Tuesta de Soldevilla
En Lima, Carla, una heredera engañada por su amante, mata a sus hijos tras descubrir su infidelidad. Su fantasma, armado con una vara metálica, persigue a los infieles, gritando: "¡Ay, mis hijooooos!". Aquí, La Llorona es justiciera, castigando la avaricia y la traición.
Chile: El Lamento de La Pucullén
En Chile, se le llama La Pucullén, una madre a quien arrebataron a su hijo. Viste de blanco y llora sin tregua, asociada a ríos y bosques. Su historia refleja el miedo a perder lo más preciado: la maternidad.
Ecuador: El Dedo Meñique y el Río de las Almas
En Ecuador, La Llorona ahoga a su bebé en el río y, al recuperar el cuerpo sin un dedo, se suicida. Ahora, corta el meñique de quienes se cruzan en su camino, un castigo visceral que mezcla culpa y superstición.
La Llorona Contemporánea: Encuentros en la Plaza de Loreto
Incluso hoy, en la Ciudad de México, su presencia persiste. En la Plaza de Loreto, un carpintero fue atacado por una mujer espectral, cuyo vestido desgarrado lo dejó en coma. Meses después, murió sin conocer a su nieto. Estos relatos modernos prueban que La Llorona no es solo un cuento: es un espejo de nuestros miedos más profundos.
Conclusión: ¿Por qué la Llorona no Muere?
La Llorona es un espejismo cultural: cambia según las heridas de cada época. Desde diosa prehispánica hasta víctima colonial, su llanto encarna duelos universales—la pérdida, la traición, la maternidad truncada. Mientras exista dolor, ella seguirá gritando en la noche, recordándonos que algunos mitos son demasiado humanos para morir.
¿Escuchas ese lamento en el viento? Quizá sea ella, buscando justicia… o venganza.
Lee también sobre la carreta bruja.