Musica salvadoreña


Ecos de Gloria: La Historia Resonante de la Banda de los Supremos Poderes de El Salvador

Un Susurro en el Viento de la Historia: ¿Qué Melodías Forjaron el Alma Cultural de una Nación?

Imaginemos por un instante el San Salvador de antaño, una ciudad que despertaba entre el aroma del café y los ecos de un fervor republicano. En sus plazas y salones, una música vibrante comenzaba a tejerse en el entramado cultural, una armonía que no solo deleitaba oídos, sino que acompañaba el pulso mismo de la joven nación salvadoreña. Nos referimos a la legendaria Banda de los Supremos Poderes, una institución cuyo legado resuena hasta nuestros días. ¿Pero cuál es la historia detrás de esta emblemática agrupación, considerada una de las joyas musicales de Centroamérica? Acompáñenos en un viaje a través del tiempo para descubrirlo.

Los Primeros Compases: Fundación y Raíces Europeas (1841 - 1876)

En los albores de la República de El Salvador, allá por el año 1841, nació una institución pionera en el istmo centroamericano: la Banda de los Supremos Poderes. Concebida como un ensamble marcial y ceremonial, pronto trascendió sus orígenes para convertirse en un pilar de la vida cultural salvadoreña. Fue, de hecho, una de las primeras agrupaciones de su tipo en la región y la directa antecesora de la actual Orquesta Sinfónica de El Salvador (OSES), marcando el inicio de una rica tradición musical formal en el país.

Desde sus inicios, la dirección de la banda recayó en manos de experimentados músicos europeos, principalmente de origen alemán. Nombres como Emilio Dresner y Richard Hutterauch figuran entre los primeros maestros que moldearon el sonido y la disciplina del conjunto, sentando las bases para su futuro esplendor. La influencia germánica sería una constante, aportando rigor técnico y un repertorio que comenzaba a mirar hacia los grandes maestros del viejo continente.

(Una instantánea del tiempo: La fotografía que acompaña este relato, tomada en 1924 en la Entrada de los Ilustres del Cementerio General de San Salvador – inaugurado en 1849 –, nos muestra a la Banda bajo la batuta de otro director alemán, Paul Müller, evidenciando la continuidad de esta tradición europea en su liderazgo.)

La Era Dorada: El Legado Imperecedero del Maestro Enrique Drews (1876 - 1915)

Si bien varios directores notables guiaron a la Banda, la historia reserva un capítulo de oro para el maestro Enrique Drews. Nacido el 31 de octubre de 1847 en Memel, Prusia Oriental (hoy Klaipeda, Lituania), Drews fue un músico formado en el prestigioso conservatorio de Colonia. Casado con Elena Aschoff, formó una familia cuyos descendientes se entrelazarían con reconocidos apellidos salvadoreños (Guirola, Depner, Alvarez, Sagrera Puig).

Un Maestro Prusiano en Tierras Cuscatlecas

En 1876, bajo la administración del Dr. Rafael Zaldívar, el gobierno salvadoreño extendió una invitación a Drews para asumir la dirección de la Banda de los Supremos Poderes, sucediendo a Emilio Dresner. Su llegada marcó un antes y un después. Con visión y maestría, Drews reestructuró completamente la agrupación, elevando su nivel técnico y artístico a cimas insospechadas.

Renovación y Esplendor: Un Repertorio de Maestros

Una de las transformaciones más significativas impulsadas por Drews fue la renovación radical del repertorio. Introdujo obras de los más grandes compositores universales: Beethoven, Brahms, Wagner, Strauss, Mozart, entre otros. Esta ambición lo llevó a contratar músicos filarmónicos de México, Guatemala y Costa Rica, inyectando un profesionalismo y una calidad interpretativa sin precedentes en la banda. El Salvador comenzaba a escuchar, en sus propios parques y teatros, la música que triunfaba en las grandes capitales europeas.

Melodías en el Corazón de San Salvador

Bajo la batuta magistral de Drews, los conciertos se convirtieron en eventos sociales y culturales de primer orden. Los Parques Bolívar y Dueñas  se transformaron en escenarios al aire libre donde la música clásica y semiclásica deleitaba a los capitalinos. Pero la Banda no solo ofrecía recitales públicos; su presencia era indispensable en festividades oficiales, recepciones diplomáticas, acompañamiento de artistas líricos visitantes (como Goré, Meant y Wanrell) y, en general, en casi todos los actos relevantes de la sociedad salvadoreña de la época.

Compositor y Orquestador: El Alma Sonora del Himno Nacional

El Maestro Drews no solo fue un intérprete y director excepcional, sino también un compositor. Obras suyas como la galopa “El ferrocarril”, la marcha “La travesía feliz” (en honor a un viaje de Zaldívar), el pasodoble “El Triunfo”, y las marchas militares "El 81" y "Chalchuapa" enriquecieron el acervo musical salvadoreño.

Sin embargo, su contribución más trascendental y perdurable fue la orquestación del Himno Nacional de El Salvador. Con letra de Juan José Cañas y música original de Juan Aberle, fue la Banda de los Supremos Poderes, dirigida por Enrique Drews, la que estrenó el himno en su versión orquestal el 15 de septiembre de 1879. La labor de Drews fue crucial; la orquestación requiere un profundo conocimiento de la armonía y las capacidades tímbricas de cada instrumento para traducir la esencia de la melodía y la letra en un lienzo sonoro grandioso y emotivo. Su trabajo dio al himno la solemnidad y fuerza que hoy conocemos.

Triunfo en Guatemala: Reconocimiento Centroamericano

Un hito destacado en la trayectoria de la Banda bajo la dirección de Drews fue su participación en la Exposición Centroamericana de 1898, celebrada en Ciudad de Guatemala. Ante un público exigente y con una arraigada tradición musical, la Banda de los Supremos Poderes de El Salvador ofreció conciertos memorables, obteniendo el Gran Premio de la Exposición en la categoría de Bellas Artes. Este triunfo consolidó su prestigio a nivel regional. A finales del siglo XIX, los visitantes extranjeros quedaban asombrados al encontrar en El Salvador, una nación pequeña, un cuerpo orquestal de tan alta calidad, con más de cien músicos y una completa dotación instrumental.

Reconocimiento y Despedida de un Gigante Musical

La labor de Enrique Drews al frente de la Banda fue ampliamente celebrada en El Salvador. Recibió cuatro medallas de honor al mérito de diferentes gobiernos, fue nombrado Ciudadano Honorario de San Salvador y, posteriormente, Salvadoreño Honorario. Su dedicación fue tal que, tras 35 años de servicio ininterrumpido, intentó retirarse en dos ocasiones, pero la presidencia en turno le rogó que continuara.

Finalmente, en 1911, el gobierno aceptó su retiro con pesar, contratando a Carlos Malhman como su sucesor. Sin embargo, el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914 obligó a Malhman a regresar a Alemania. Ante esta circunstancia, el ya anciano Maestro Drews volvió a tomar la batuta temporalmente hasta 1915, año en que se retiró definitivamente, siendo honrado con el título de Director Honorario Vitalicio.

El Maestro Enrique Drews falleció el 11 de febrero de 1916, dejando un vacío inmenso en la cultura salvadoreña. Sus restos descansan en el Cementerio de los Ilustres, el mismo lugar donde años después la banda sería fotografiada bajo la dirección de Müller.

Ecos en la Historia: La Banda en la Memoria Colectiva

La figura de Drews y la importancia de la Banda de los Supremos Poderes quedaron grabadas en la memoria histórica y cultural de El Salvador. Autores y cronistas han inmortalizado su legado:

  •   Arturo Ambrogi lo llamaba afectuosamente "Papá Drews".
  •   Figura prominentemente en “El Libro Azul de El Salvador” (1916), que destacaba a las personalidades más influyentes de la época.
  •   Julio C. Castro lo menciona en “Estampas del viejo San Salvador”.
  •   Rafael González Sol, en su “Historia sobre el arte de la música en El Salvador”, define el período de Drews como el "momento estelar de la banda".
  •   Jorge Lardé y Larín aborda su papel en la "Himnología Nacional".
  •   Miguel Angel García, en el “Diccionario Histórico Enciclopédico de la República de El Salvador”, dedica espacio a su relevancia, programas de conciertos y anécdotas.
  •   Numerosos artículos en La Prensa Gráfica, El Diario de Hoy y El Mundo a lo largo de las décadas han subrayado su decisiva influencia en el desarrollo musical del país.

Legado y Continuidad: Hacia la Orquesta Sinfónica

La Banda de los Supremos Poderes no desapareció con la partida de sus grandes directores. Continuó evolucionando, adaptándose a los tiempos y manteniendo viva la llama de la música orquestal en El Salvador. Su estructura, repertorio y nivel profesional sentaron las bases firmes sobre las cuales, con el tiempo, se constituiría formalmente la Orquesta Sinfónica de El Salvador (OSES). El espíritu y la tradición de excelencia de la Banda de los Supremos Poderes perduran en la principal institución sinfónica del país hoy en día.

Conclusión: Una Sinfonía Inolvidable en la Historia Salvadoreña

La Banda de los Supremos Poderes fue mucho más que un conjunto musical; fue un emblema del progreso cultural, un crisol donde el talento local se fusionó con la maestría europea, y un vehículo que llevó la gran música a la sociedad salvadoreña. Bajo la guía visionaria de directores como Enrique Drews, alcanzó cotas de excelencia que la situaron entre las mejores de Centroamérica y dejaron una huella imborrable en la identidad sonora de El Salvador. Su historia es un testimonio del poder transformador de la música y un legado que merece ser recordado y celebrado.

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