Los Novios Muertos: Un Romance Más Allá del Tiempo
Un Refugio Abandonado
En el corazón de San Salvador, en una casa que en antaño fue símbolo de opulencia y esplendor de la ciudad, ahora yace en ruinas. Las ventanas rotas y las paredes grafiteadas narran una historia de decadencia y abandono. En este lúgubre escenario, frecuentado por vándalos, drogadictos y pordioseros, se esconde un secreto aterrador: el de los espíritus de dos amantes malditos.
Una Noche Sobrenatural
En lo que alguna vez fue una fastuosa sala de estar, un piano destruido y cubierto de polvo permanece como un vestigio de tiempos mucho mejores. En una noche oscura y fría, dos figuras fantasmales emergen de la penumbra. Son los novios muertos, Roberto y Rebeca, cuyas figuras borrosas lentamente toman forma tangible.
Amor Eterno y Desolación
Tomados de la mano, Roberto contempla a Rebeca con amor eterno. Sin embargo, Rebeca baja la mirada y llora con tristeza laconica. Un suspiro profundo escapa de su pecho, reflejando una melancolía indescriptible. Aunque Roberto intenta consolarla, el dolor de su vida pasada la envuelve en una soledad infinita, atrapada en un ciclo de sufrimiento eterno.
El Refugio de los Desposeídos
Los pordioseros y malvivientes que deambulan por la casa, intoxicados por diversas sustancias, perciben las apariciones, aunque las toman como alucinaciones producto de su demencia. Pero la realidad es mucho más siniestra. Roberto y Rebeca no son fragmentos de una mente perturbada; son almas errantes atrapadas en un lugar que una vez conocieron como su hogar.
Un Lamento Fantasmal
Rebeca se acerca al piano roto. Aunque sus dedos etéreos no pueden tocar las teclas, de su boca emergen notas tristes y desgarradoras. Son el eco de su desamor, una melodía fantasmagórica que refleja su dolor por no ser ya una mujer viva. Roberto, al verla tan nostálgica, siente una agonía que rivaliza con la suya propia. Aun así, saben que están destinados a caminar juntos en su macabro viaje.
El Viaje de las Almas Perdidas
Roberto y Rebeca, los novios muertos, deben seguir la ruta que las estrellas les indiquen. Aunque atrapados en su estado espectral, buscan la paz y la felicidad infinita que la muerte les ha negado hasta ahora. Así, deambulan por la casa, esperando el momento en que puedan descansar libres de su tormento.
En las noches de San Salvador, cuando la luna brilla sobre las ruinas de la vieja mansión, se escuchan las notas tristes del piano y los susurros de amor eterno. Es entonces cuando los espíritus de Roberto y Rebeca recuerdan a los vivos que el amor, incluso más allá de la muerte, puede ser una cadena tan fuerte como el mismo destino.
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