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miércoles, 12 de agosto de 2020

El Volcán de Izalco y su Leyenda en El Salvador





Volcán de Izalco, La Leyenda


Bienvenidos de nuevo estimados amigos lectores, hoy vamos a conocer una leyenda poco conocida, una del municipio de Izalco en el departamento de Sonsonate en El Salvador, para ser más específico una que como reza el título, es sobre el volcán de Izalco; veamos entonces amigos y conozcamos juntos esta preciosa leyenda del país.

Origen de la Leyenda del Volcán de Izalco

Relatan que esta leyenda nació debido a una excavación en el municipio de Izalco, una donde cuentan los pequeños de esa época que les aterraba pasar, pero a la vez les emocionaba cada vez que salían de la escuela, todo por la aventura de ver el fondo de aquellos fosos o como ellos le llamaban "el subterráneo" y tal vez en alguna oportunidad ver el tesoro allí oculto; pues sí. Esa de la leyenda que en ese lugar se encontraba el tesoro del diablo.

En el municipio de Izalco amigos, había cerca del cabildo una gran excavación y en su fondo veían desde lejos la entrada de dos túneles de mampostería, aseguraban que esa excavación era para sacar tierra y hacer ladrillos de adobe, justo en esa tan profunda excavación aparecieron esos dos túneles, a una considerable profundidad; era una obra muy grande. Algunos atrevidos y curiosos se aventuraron a explorar aquellos túneles, pero sin poder hallarles el final; como siempre y como en todo pueblo, las comadronas empezaron a especular y crearon el chisme. Un chisme sobre ese punto y que tras muchas discusiones con las autoridades locales, nació la leyenda; así es amigo y decían que los católicos no podían estar visitando aquella obra diabólica. Un prudente alcalde mandó a cerrar aquellas fosas, soterrándolas nuevamente.

Volcán de Izalco la Leyenda 

Muchos años después, en una conversación de aquellos jóvenes con Don Julián Sisco, el cual era un indio que hablaba perfectamente el idioma español y que también fue narrador de las tradiciones izalqueñas, confirmo la historia del famoso "subterráneo" pero sabía y contaría algo más interesante de este misterioso lugar y afirma lo siguiente:

Claro que si señor, en ese lugar guardo el diablo su tesoro, por supuesto cuando lo saco del sitio donde antes lo tenía enterrado.

¿-En donde lo tenía enterrado?

¿-Ahí no sabe usted? El tesoro estaba en el mismo sitio donde también fabrico el Cerro.

-Por favor cuénteme más Don Julián

-El indio contó lo siguiente.

En una época en el antiguo territorio de Izalco en Sonsonate hubo dos avaros, por supuesto eran marido y mujer, los nombres de aquellos nadie jamás se supo o conoció, o bueno nadie volvió a mentarlos después de la senda catástrofe que acabo con ellos y sus propiedades, ellos vivían en el sitio que ahora ocupa el volcán de Izalco y alquilaban sus tierras a los indios más pobres y se aprovechaban de ellos; aquellos guatales parecían estar bendecidos por Dios. Las mazorcas eran tres veces más grandes de su tamaño normal y en esa época no había abono para las milpas que las hicieran prosperar.

Pero el hacendado y la que era su esposa eran personas de muy mal corazón y con una codicia que no la llenaba nada ni nadie, cuando los indios iban a pagar el censo, estos les quitaban más de lo debido y otras veces les quitaban toda la cosecha, pero pronto pagarían tanta maldad aquellos desalmados; una noche de tempestad y muchos rayos llego un señor a la hacienda muy embozado. Aquel señor llevaba anteojos negros y sobre botas de charol, montaba un excelente caballo, eso fue todo lo que los colonos pudieron ver y relatar en su momento.

Aquel embozado tenía la apariencia de un hombre rico y por esa razón los patrones salieron a recibirlo con mucha amabilidad, pero eso si, solo ellos salieron a recibirlo, los colonos, empleados y demás personas de la hacienda sintieron un temor extraño y no lo podían explicar; los animales de aquella hacienda actuaban de una manera extraña también, los perros aullaban con la cola entre las piernas; el ganado que estaba en un terreno de repente se echó a correr hacia la montaña mugiendo desesperadamente.

Nadie sabe que conversaron aquellos patrones y el extraño visitante, tal vez algo muy gracioso y entretenido, ya que se les escuchaba muy alegres y bebiendo hasta altas horas de la noche, amaneció y el extraño hombre siguió su camino, pero con la promesa de volver; aquel hombre volvió todas las noches y de esa manera empezó la obra. ¿Cuál obra don Julián? Pues la de la fabricación del cerro respondió el indio.

¿Don Julián contaba que el ilustre viajero, al conocer la codicia de los hacendados, les hablo de un tesoro, uno que estaba escondido allí en sus tierras y acto seguido les revelo quien era él... ya lo comprendieron verdad? ¡Les dijo, yo soy el diablo! Después de aquella revelación celebraron un contrato para sacar aquel dichoso tesoro; les explico que debían construir un pozo y esa excavación quedaba a cargo de la pareja de hacendados. Ellos debían personalmente horadar dicho pozo en el lugar que el diablo les había indicado, el amigo, o mejor dicho el diablo, les prometió llegar todas las noches a supervisar el trabajo.

La codicia los movió y se dedicaron a excavar dicho pozo, tres días llevaban de excavar aquel pozo y  ya tenían una considerable profundidad, resulta que el hombre llenaba un gran barril con la tierra excavada y su mujer tiraba de él, pero todo eso con una gran facilidad, estaba claro que algo sobrenatural les ayudaba; todas las noches llegaba el diablo a sacar a su amigo, pues sin él le hubiese sido imposible salir de aquel pozo.

Al fin de tanto llego el momento que esperaban los codiciosos y el mismo diablo, de esa manera una noche apareció el dichoso tesoro, era un barril rebosante de oro y piedras preciosas, a la luz de la bella luna aquel gran tesoro relumbraba de múltiples colores y destellos, el gozo de los avaros hacendados debió haber sido inmenso; al fondo del pozo se escuchaban los gritos del cavador: ¿Hay más, hay más gritaba y allá arriba su mujer replicaba, hay más... hay más? Pregunto la mujer. Hay más respondió el diablo con una carcajada y llego de sorpresa, tomando a la mujer por el cabello y lanzándola al fondo del pozo.

Esa misma noche el diablo se llevó el tesoro al lugar donde se le conoce a la excavación como el subterráneo, deposito el tesoro donde toda la gente hoy sabe que este se encuentra, ¿Pero y el pozo? Pues el señor cura se dio cuenta de todo lo sucedido, fue a la hacienda a conjurar el sitio ahora maldito, pero con los exorcismos del señor cura, aquello no hizo más que empeorar; al caer el agua bendita sobre aquel pozo sucedió algo macabro. Del mismo pozo empezaron a salir muchos gritos y alaridos de los condenados, al escuchar aquellos gritos el cura y sus acompañantes decidieron correr huyendo del sitio; aquel pozo infernal empezó a echar humo seguido por una columna de fuego. Ese fuego siguió por siglos hasta formar lo que hoy se conoce como el volcán de Izalco.

Este amigo es la leyenda del cerro o volcán de Izalco, una de los codiciosos hacendados y el diablo, esos que con su codicia y maldad abrieron loa puerta del infierno, así le llaman los Izalqueños al volcán, la puerta del infierno. Pero ya que leíste esta leyenda, pues te invito a leer la leyenda de la Procesión Fantasma en este enlace.

Espero les haya gustado el artículo y si así es, pues compártelo, por hoy me despido de ustedes y nos leemos en una próxima publicación.

Fuente: leyendasdeelsalvador.com, Francisco Herrera Velado.


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