El Tacuazín en la Gastronomía Salvadoreña: Una Mirada Histórica y Cultural hasta el 2025

Introducción

En El Salvador, el consumo de zarigüeyas, conocidas localmente como "tacuazín", es un aspecto fascinante y poco conocido de la gastronomía del país. Aunque no tan emblemático como las pupusas o el yuca frita, el tacuazín ha sido parte de la dieta de algunas comunidades, especialmente en áreas rurales, por razones que abarcan desde la tradición cultural hasta la necesidad económica. Este artículo explora en profundidad las razones detrás de esta práctica, su evolución histórica, y su estado actual en 2025, ofreciendo una perspectiva completa sobre este elemento único de la identidad culinaria salvadoreña.

Contexto Histórico y Cultural

Orígenes Indígenas

El consumo de tacuazín en El Salvador tiene sus raíces en las prácticas de los pueblos indígenas que habitaban la región antes de la llegada de los españoles. Grupos como los lencas, pipiles, mayas poqomames, y cacaoperas dependían de la fauna local para su subsistencia. El tacuazín (Didelphis marsupialis), un marsupial común en los bosques y áreas rurales de El Salvador, era una fuente de proteína accesible debido a su abundancia y facilidad de captura. Estos pueblos integraban animales silvestres como el tacuazín, el garrobo y el cusuco en su dieta, una práctica que reflejaba su conexión con el entorno natural.

Influencia Colonial

Con la llegada de los españoles en el siglo XVI, la gastronomía salvadoreña experimentó una fusión de influencias indígenas y europeas. Aunque se introdujeron nuevos ingredientes como el trigo y la carne de res, las comunidades rurales continuaron consumiendo animales silvestres, incluyendo el tacuazín, especialmente en tiempos de escasez. Esta práctica se mantuvo en el occidente del país, donde la tradición de preparar el tacuazín en salsa de tomate se consolidó como parte de la cocina local.

Siglo XX: Tiempos de Necesidad

Durante el siglo XX, especialmente en períodos de crisis como la guerra civil (1980-1992), el tacuazín fue una fuente de alimento crucial para muchas familias rurales. En un contexto de pobreza y acceso limitado a carnes convencionales, la caza de animales silvestres proporcionaba una solución práctica y económica. El tacuazín, al ser un animal omnívoro que se alimenta de frutas, insectos y pequeños vertebrados, era fácil de encontrar y cazar, lo que lo convertía en un recurso valioso.

Razones del Consumo de Tacuazín

El consumo de tacuazín en El Salvador puede atribuirse a varios factores, que combinan aspectos culturales, económicos y prácticos:

1. Disponibilidad y Accesibilidad

El tacuazín es un marsupial nativo de Centroamérica, adaptable a diversos entornos, desde bosques tropicales hasta áreas urbanas. Su abundancia en El Salvador lo hacía una fuente de alimento fácilmente disponible, especialmente en zonas rurales donde la caza era una práctica común. Según el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN), los tacuazines son una especie común, aunque su población ha disminuido debido a la pérdida de hábitat.

2. Tradición Cultural

La gastronomía salvadoreña es un reflejo de su herencia indígena, y el consumo de tacuazín es una práctica heredada de los pueblos originarios. En comunidades rurales, especialmente en el occidente del país, el tacuazín se prepara de manera tradicional, cocido en salsa de tomate con ingredientes como cebolla, ajo y especias locales. Esta preparación, que requiere unos 40 minutos de cocción, es un ejemplo de cómo las comunidades han adaptado los recursos naturales a su cocina.

3. Necesidad Económica

En contextos de pobreza o crisis, como durante la guerra civil o períodos de inestabilidad económica, el tacuazín ofrecía una fuente de proteína gratuita. En áreas donde el acceso a carne de res, pollo o cerdo era limitado, la caza de animales silvestres era una estrategia de subsistencia. Este factor económico fue especialmente relevante en el siglo XX, cuando muchas familias dependían de los recursos locales para alimentarse.

4. Sabor y Preparación

El tacuazín es descrito por quienes lo consumen como un alimento con un sabor similar al del pollo, lo que lo hace apetecible en preparaciones tradicionales. En el occidente de El Salvador, se corta en trozos y se cocina en una olla con salsa de tomate, integrándose en la tradición de guisos que caracteriza la cocina salvadoreña. Esta preparación no solo resalta el sabor del animal, sino que también lo hace parte de la identidad gastronómica local.

Aspecto

Detalles

Disponibilidad

Abundante en bosques y áreas rurales, fácil de cazar.

Tradición Cultural

Herencia indígena, especialmente en el occidente del país.

Preparación

Cocido en salsa de tomate durante 40 minutos con cebolla, ajo y especias.

Valor Nutricional

Fuente de proteína en dietas de subsistencia.

Contexto Económico

Alternativa gratuita en tiempos de escasez.

Declive del Consumo en el Siglo XXI

A pesar de su importancia histórica, el consumo de tacuazín ha disminuido significativamente en las últimas décadas, especialmente en el período que lleva hasta 2025. Este declive se debe a varios factores:

1. Urbanización y Cambio de Hábitos

La urbanización ha transformado los hábitos alimenticios de los salvadoreños. Con el aumento de la población en áreas urbanas y el acceso a alimentos industrializados, el consumo de animales silvestres ha perdido relevancia. Las generaciones más jóvenes, especialmente en ciudades como San Salvador, prefieren carnes convencionales y están menos familiarizadas con las prácticas tradicionales de caza y consumo de tacuazín.

2. Preocupaciones de Salud

El consumo de tacuazín plantea riesgos de salud debido a su dieta omnívora. Según fuentes como El Salvador Hermoso, los tacuazines pueden alimentarse de insectos que transmiten el mal de Chagas, una enfermedad parasitaria. Además, su hábito de consumir carroña aumenta el riesgo de contaminación, lo que ha generado reticencia entre los consumidores.

3. Conciencia Ambiental

El Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN) ha destacado la importancia de proteger la fauna silvestre, incluyendo el tacuazín, que desempeña un rol ecológico clave como controlador de plagas y dispersor de semillas. La pérdida de hábitat y la eliminación de depredadores naturales han afectado a esta especie, y las campañas de conservación han desalentado su caza. En 2024, el MARN reportó esfuerzos para rehabilitar ejemplares de "tacuazín ratón" (Marmosa mexicana), una especie vulnerable confundida con roedores (Diario El Mundo).

4. Estigma Cultural

En áreas urbanas, el tacuazín es a menudo percibido como una plaga debido a su apariencia similar a la de una rata y su hábito de invadir basureros o casas. Esta percepción negativa contrasta con su aceptación en comunidades rurales, donde se valora como parte de la tradición gastronómica. Este estigma ha contribuido a su declive como alimento.

Factor de Declive

Impacto

Urbanización

Menor dependencia de la caza y acceso a alimentos industrializados.

Preocupaciones de Salud

Riesgo de enfermedades como el mal de Chagas y consumo de carroña.

Conciencia Ambiental

Campañas para proteger la fauna silvestre y desalentar la caza.

Estigma Cultural

Percepción negativa en áreas urbanas como plaga.

El Tacuazín en la Gastronomía Actual

En 2025, el consumo de tacuazín es una práctica marginal, limitada a ciertas comunidades rurales, especialmente en el occidente de El Salvador. Aunque sigue siendo parte de la gastronomía exótica en regiones como Ahuachapán o Sonsonate, su popularidad ha disminuido drásticamente. En contraste, en áreas urbanas, el tacuazín es más conocido como una molestia que como un alimento, lo que refleja un cambio en las percepciones culturales.

En otros países de América Latina, como México (donde se le llama "tlacuache") y algunas islas del Caribe (donde se conoce como "manicou"), el consumo de zarigüeyas también tiene una historia, a menudo comparado con el sabor del pollo. Esto sugiere que la práctica en El Salvador forma parte de una tradición más amplia en la región, aunque adaptada a contextos locales.

Debate y Consideraciones Éticas

El consumo de tacuazín plantea un debate entre la preservación de tradiciones culturales y las preocupaciones modernas sobre salud y conservación. Por un lado, comer tacuazín es un recordatorio de la resiliencia y la conexión de los salvadoreños con su entorno natural. Por otro lado, los riesgos de salud y la necesidad de proteger la biodiversidad han llevado a cuestionar esta práctica. Organizaciones como el MARN abogan por un enfoque de coexistencia con la fauna silvestre, promoviendo la educación sobre el rol ecológico del tacuazín en lugar de su caza.

Conclusión

El tacuazín ha sido parte de la gastronomía salvadoreña por razones que combinan la tradición indígena, la necesidad económica y la disponibilidad del animal. Sin embargo, en 2025, su consumo es raro, limitado a comunidades rurales donde persisten las prácticas tradicionales. La urbanización, las preocupaciones de salud y la conciencia ambiental han transformado esta práctica, relegándola a un lugar más simbólico que práctico en la cultura salvadoreña. La historia del tacuazín en la mesa salvadoreña es un testimonio de la adaptabilidad y la riqueza cultural del país, así como un recordatorio de los desafíos de equilibrar tradición y modernidad.

Lee también sobre: De Raíces Antiguas a la Mesa Moderna: La Historia de la Yuca en El Salvador.

Citas

  • El Salvador Hermoso

  • elsalvador.com

  • Diario El Mundo

  • Jacinta Escudos