El Encanto Eterno del Turicentro Atecozol: Un Viaje a Través del Tiempo

En el corazón de Sonsonate, El Salvador, se alza un refugio donde la naturaleza y la historia se entrelazan en una danza eterna: el Turicentro Atecozol. Este lugar, ubicado a solo medio kilómetro al este de Izalco, no es solo un parque recreativo; es un testimonio vivo del patrimonio cultural y natural del país, un espacio que ha evolucionado desde sus humildes comienzos en 1941 hasta convertirse en un ícono del turismo salvadoreño.

Los Orígenes: Un Baño Público en 1941

La historia de Atecozol comienza el 30 de marzo de 1941, cuando el presidente General Maximiliano Hernández Martínez inauguró el Baño Público Atecozol. En esa época, el lugar era un sencillo balneario que aprovechaba las aguas cristalinas provenientes del volcán de Izalco, alimentadas por el río Atecozol. Este río, cuyo nombre en náhuatl significa “Cuna del Señor de las Aguas”, era el alma del lugar, ofreciendo a los habitantes de Izalco un espacio para refrescarse y conectarse con la naturaleza.

El baño público, aunque modesto, fue un primer paso hacia el reconocimiento de las bellezas naturales de la región. Rodeado de árboles de bálsamo, cuya fragancia perfumaba el aire, y con vistas al imponente volcán de Izalco, el lugar ya prometía ser un tesoro para la comunidad.

La Transformación: El Nacimiento del Turicentro en 1956

Fue en 1956, bajo la administración del presidente Coronel Óscar Osorio, cuando Atecozol experimentó su renacimiento. El poeta y escritor salvadoreño Raúl Contreras, un apasionado defensor del turismo y miembro de la Junta Nacional de Turismo (JNT) —hoy Instituto Salvadoreño de Turismo (ISTU)—, vio en Atecozol el potencial para convertirse en un destino turístico de primer nivel. Contreras, quien bautizó el lugar como “El Bosque del Bálsamo y el Agua”, lideró un ambicioso proyecto para transformar el baño público en un turicentro moderno.

Un Diseño que Abraza la Naturaleza

El proyecto de 1956 fue una obra maestra de colaboración entre expertos. El arquitecto René Suárez y el ingeniero Federico Morales diseñaron un parque que integraba armoniosamente la infraestructura con el entorno natural. En lugar de competir con la naturaleza, el diseño buscaba realzarla, utilizando materiales orgánicos como la piedra volcánica del volcán de Izalco.


El escultor Valentín Estrada aportó un toque cultural único, creando esculturas que hoy son emblemas del turicentro. Entre ellas destacan:

  • El Indio Atonal, en honor al cacique de Acajutla.

  • La Cuyancúa, una serpiente mítica con cabeza de cerdo, parte de las leyendas locales.

  • Tlaloc, el dios de la lluvia, que parece custodiar las piscinas principales.

  • La Pila del Padre, un sitio donde, según la tradición, los indígenas realizaban rituales.

Estas obras, talladas en piedra volcánica, no solo embellecen el parque, sino que también conectan a los visitantes con la rica herencia indígena de la región.

Un Nombre con Raíces Profundas

El nombre Atecozol, derivado del náhuatl, refleja la esencia del lugar. “Cuna del Señor de las Aguas” evoca el río que nace de las coladas de lava del volcán de Izalco, un elemento central que da vida a las piscinas naturales del turicentro. Este nombre no solo es poético, sino que también rinde homenaje a la cosmovisión indígena que veía en el agua una fuerza sagrada.

Un Oasis de Naturaleza y Recreación

Con una extensión de 24 manzanas, Atecozol es un paraíso natural. Sus piscinas, alimentadas por el río, ofrecen un refugio fresco incluso en los veranos más cálidos. La vegetación exuberante, dominada por los árboles de bálsamo, crea un microclima agradable y llena el aire con un aroma que invita a la relajación. Además, la fauna local —búhos, ardillas, cotuzas y una variedad de aves— añade un toque de vida silvestre al paisaje.

El turicentro no solo es un lugar para nadar; es un espacio para la recreación y la cultura. Entre sus atracciones se encuentran:

Atracción

Descripción

Piscinas Naturales

Dos piscinas para adultos y cinco para niños, alimentadas por el río Atecozol.

Áreas de Picnic

Espacios sombreados ideales para compartir en familia.

Cabañas

Alojamientos rústicos para una experiencia inmersiva.

Canchas Deportivas

Incluyen fútbol y una réplica de un juego de pelota maya.

Temazcal

Un baño de vapor prehispánico con hierbas medicinales.

Vestigios Culturales

Esculturas y altares que reflejan la herencia indígena.

El paisaje de Atecozol también inspiró al compositor salvadoreño Pancho Lara, quien creó la canción “Los Nísperos”, evocando la abundancia de frutos en la localidad.

Atecozol en la Actualidad

Desde su transformación en 1956, Atecozol ha evolucionado para adaptarse a las necesidades de los visitantes sin perder su esencia. Hoy, gestionado por el Instituto Salvadoreño de Turismo (ISTU), el turicentro sigue siendo un destino favorito para familias, amigos y turistas que buscan escapar del bullicio de la ciudad. Su ubicación, a 58 kilómetros de San Salvador y a 430 metros sobre el nivel del mar, lo hace accesible y atractivo.


A lo largo de los años, se han realizado mejoras en la infraestructura, como la ampliación de piscinas y la creación de espacios para eventos sociales. Sin embargo, el compromiso con la preservación de la naturaleza y la cultura permanece intacto. El turicentro sigue siendo un lugar donde los visitantes pueden disfrutar de la vista al volcán de Izalco, practicar deportes, relajarse en un temazcal o simplemente caminar entre los senderos rodeados de árboles de bálsamo, nísperos y palmeras.

Un Legado Cultural y Natural

Atecozol es más que un parque; es un puente entre el pasado y el presente. Sus esculturas y vestigios culturales cuentan historias de los pueblos indígenas que habitaron la región, mientras que sus piscinas y áreas verdes invitan a los visitantes a reconectar con la naturaleza. La tranquilidad del lugar, combinada con su riqueza histórica, lo convierte en un destino que no solo entretiene, sino que también inspira.

El turicentro también refleja el espíritu visionario de Raúl Contreras, quien soñó con un El Salvador donde el turismo y la naturaleza coexistieran en armonía. Su legado vive en cada rincón de Atecozol, desde las esculturas de Valentín Estrada hasta el aroma de los árboles de bálsamo que perfuman el aire.

Conclusión: Un Tesoro Salvadoreño

Visitar el Turicentro Atecozol es embarcarse en un viaje a través del tiempo. Desde sus orígenes como un modesto baño público en 1941 hasta su transformación en un turicentro moderno en 1956, Atecozol ha sabido adaptarse y crecer sin perder su esencia. Es un lugar donde la historia, la cultura y la naturaleza se encuentran para ofrecer una experiencia única.

Para los salvadoreños, Atecozol es un recordatorio de la riqueza de su país; para los turistas, es una invitación a descubrir un rincón de El Salvador que combina belleza natural con un profundo legado cultural. Ya sea que busques nadar en sus piscinas, explorar sus vestigios o simplemente disfrutar de un día en familia, Atecozol te espera con los brazos abiertos, listo para contarte su historia.

El Turicentro Atecozol se encuentra en el corazón de Sonsonate, El Salvador, a solo medio kilómetro al este de la ciudad de Izalco, a 58 kilómetros de San Salvador. Situado a 430 metros sobre el nivel del mar, este oasis natural está enclavado cerca del imponente volcán de Izalco, con el río Atecozol como su fuente de vida, ofreciendo un acceso fácil y un entorno ideal para disfrutar de la naturaleza y la cultura.

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