Nota: Este artículo aborda un tema histórico sensible con el objetivo de honrar la memoria de las víctimas y promover la reflexión. Si prefieres evitar contenido sobre violencia, te recomendamos leer otros artículos de nuestro blog.
El Día Que El Mozote Dejó de Existir
Imagínate un pueblo tranquilo. Casas de adobe, niños jugando en las calles polvorientas, familias trabajando la tierra bajo el sol implacable de Morazán. El Mozote era eso: un caserío del departamento de Morazán, en el oriente de El Salvador, donde todos se conocían, donde la vida transcurría con esa lentitud característica de las zonas rurales salvadoreñas.
Pero entre el 10 y el 13 de diciembre de 1981, El Mozote desapareció del mapa. No por un terremoto. No por una enfermedad. Sino por las balas del Batallón Atlacatl, una unidad élite del ejército salvadoreño entrenada por Estados Unidos en la Escuela de las Américas.
Lo que sucedió en esos días de diciembre se convertiría en la masacre más grande de la historia moderna de América Latina: más de 1,000 civiles asesinados, siendo más de la mitad niños.
¿Qué Pasó Realmente? Los Hechos Documentados
El Contexto: Una Guerra Civil Que Partió al País en Dos
Para entender El Mozote, necesitamos retroceder un poco. En 1980, El Salvador estaba sumergido en una guerra civil brutal. Por un lado, el gobierno militar respaldado por Estados Unidos; por el otro, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), una coalición de grupos guerrilleros de izquierda.
Era la Guerra Fría en su máxima expresión, pero jugada en los campos, montañas y pueblos salvadoreños. Y los que pagaban el precio... eran los civiles.
Operación Rescate: El Nombre Que Escondía una Tragedia
El 6 de diciembre de 1981 comenzó algo llamado "Operación Rescate". El objetivo oficial era eliminar la presencia rebelde en una pequeña región del norte de Morazán donde el FMLN tenía dos campamentos y un centro de entrenamiento.
El Batallón Atlacatl era la punta de lanza. ¿Quiénes eran? Un batallón de despliegue rápido creado en 1981 con financiamiento del gobierno estadounidense y entrenamiento militar, liderado por Domingo Monterrosa. Era la primera unidad de su tipo en las fuerzas armadas salvadoreñas, entrenada específicamente para combatir insurgencias.
Pero lo que hicieron no tuvo nada que ver con combatir insurgentes.
10 de Diciembre de 1981: Comienza la Pesadilla
En la tarde del 10 de diciembre, unidades del Batallón Atlacatl llegaron a El Mozote después de un enfrentamiento con guerrilleros en las cercanías.
Aquí viene algo importante que debes saber: a diferencia de muchas aldeas del área, El Mozote tenía reputación de neutralidad. Mientras que muchos de sus vecinos eran católicos y por lo tanto a menudo influenciados por la teología de la liberación y simpatizaban con la guerrilla, El Mozote era mayormente protestante evangélico.
Los pobladores no eran guerrilleros. No estaban armados. Eran campesinos trabajadores que solo querían vivir en paz.
De hecho, antes de la masacre, el hombre más rico del pueblo, Marcos Díaz, había reunido a los ciudadanos para advertirles que el ejército pronto pasaría por el área en una operación contrainsurgente, pero le habían asegurado que los residentes del pueblo no serían dañados si permanecían en su lugar.
Así que se quedaron. Confiaron. Fue un error fatal.
11 al 13 de Diciembre: Tres Días de Horror
Lo que sucedió en los siguientes días es difícil de escribir. Es difícil de leer. Pero es importante conocer la verdad.
En la madrugada del 11 de diciembre, los soldados comenzaron a golpear furiosamente las puertas y sacaron a la gente a la calle, formaron grupos de hombres, mujeres y niños. Los hombres fueron llevados a la iglesia y las mujeres y los niños fueron encerrados en una casa.
En ese momento, un helicóptero aterrizó en la plaza transportando a colaboradores de Monterrosa. Los habitantes del Mozote comprendieron entonces que lo que sucedía no era un simple exceso de los soldados, sino que su captura había sido planificada y avalada por un importante sector entre los oficiales que prepararon el operativo.
Los soldados separaron a las víctimas por edad y sexo. Luego comenzaron las ejecuciones sistemáticas. Después de matar a todos los adultos, comenzaron a hablar sobre cómo iban a matar a los niños. Las víctimas vieron las cuerdas que estaban haciendo para colgar a los niños después de terminar de matar a los demás.
Las investigaciones forenses posteriores revelarían la magnitud del horror. Los investigadores encontraron evidencia de 143 restos esqueléticos: 136 niños y siete adultos. Muchas de las víctimas mostraban evidencia de apuñalamientos, estrangulamiento y asfixia. Los mismos cuerpos mostraban evidencia de extremidades dislocadas y ojos arrancados debido a las fracturas alrededor del área de los ojos.
Pero El Mozote no fue el único lugar. La masacre se extendió a aldeas vecinas: Los Toriles, La Joya, Ranchería, Jocote Amarillo, Arambala y Cerro Panda.
Rufina Amaya: La Voz Que No Pudieron Silenciar
En medio de todo este horror, una mujer logró escapar. Su nombre era Rufina Amaya, y su testimonio cambiaría la historia.
Rufina se escondió en unos arbustos hacia los cuales corrió mientras los soldados estaban distraídos. Oculta, vio y escuchó cómo los soldados violaron a las mujeres y luego asesinaron a hombres, mujeres y niños ametrallándolos con sus fusiles.
Pero lo más desgarrador: Rufina escuchó a su hijo de 9 años gritar: "Mamá, me están matando. Mataron a mi hermana. Van a matarme".
Su esposo, Domingo Claros, fue decapitado. Sus cuatro hijos fueron asesinados: Cristino de 9 años, María Dolores de 5, María Lilian de 3 y María Isabel de apenas 8 meses.
Raymond Bonner, periodista del New York Times que la entrevistó poco después, la recordaba como alguien muy tranquila, muy discreta. Había algo tan simple en ella y en su simplicidad, lo que hizo fue darle un rostro humano, una voz humana.
Rufina vivió 25 años más después de la masacre. Cada uno de esos años, contó su historia. En El Salvador, en Estados Unidos, en Europa, en el Congreso estadounidense, frente a la Escuela de las Américas. Nunca se rindió.
"Tal vez el próximo diciembre no estaré aquí", dijo una vez Rufina Amaya, "pero les pido que no olviden a los niños y a las víctimas de El Mozote".
Rufina murió el 6 de marzo de 2007, a los 64 años, de un infarto. Pero su legado vive.
La Negación: Cuando el Poder Intentó Enterrar la Verdad
Ahora viene quizás la parte más indignante de toda esta historia: cómo los gobiernos de El Salvador y Estados Unidos intentaron negar que la masacre hubiera ocurrido.
Los Periodistas Que Se Atrevieron a Contar la Verdad
El 27 de enero de 1982, Raymond Bonner publicó en The New York Times un artículo titulado "Massacre of Hundreds Reported in Salvador Village", detallando testimonios de sobrevivientes sobre cómo las tropas del Batallón Atlacatl mataron sistemáticamente a más de 700 civiles, predominantemente mujeres y niños, entre el 10 y 13 de diciembre de 1981.
El mismo día, Alma Guillermoprieto publicó un reportaje similar en The Washington Post. Ambos periodistas habían visitado El Mozote con gran riesgo personal, acompañados por guerrilleros que controlaban la zona, y habían documentado los restos, las casas quemadas, las fosas comunes.
La reacción del gobierno estadounidense fue inmediata, pero no fue investigar. Fue atacar a los periodistas.
Elliott Abrams y la Máquina de Negación
Aquí entra en escena Elliott Abrams, quien era, irónicamente, el subsecretario de Estado de Reagan para derechos humanos y asuntos humanitarios.
Abrams testificó ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado diciendo que el caso de El Mozote "es muy interesante en cierto sentido, porque encontramos, por ejemplo, que los números, en primer lugar, no eran creíbles, porque como señala el Secretario Enders, nuestra información era que solo había 300 personas en el cantón".
Espera, ¿qué? El argumento de Abrams fue deliberadamente engañoso. Los informes de prensa habían sido claros: la matanza masiva había ocurrido en varios caseríos. Este argumento particular formaba parte del resto de la estrategia macartista de la administración para desacreditar la existencia de la masacre.
Thomas Enders, subsecretario de Estado para asuntos interamericanos, afirmó que "no se encontró evidencia para confirmar que las fuerzas gubernamentales masacraron sistemáticamente a civiles".
Mientras tanto, The Wall Street Journal publicó un editorial completo atacando a los reporteros, sugiriendo que las víctimas reportadas eran exageradas y que tal vez los asesinatos habían sido llevados a cabo por rebeldes disfrazados con uniformes gubernamentales.
La campaña fue tan efectiva que el New York Times terminó degradando a Raymond Bonner, sacándolo de su puesto en Centroamérica.
¿Por qué tanto esfuerzo en negar? Porque El Salvador era el primer caso de prueba de la "segunda Guerra Fría" de Reagan, el impulso de la administración Reagan para retomar el tercer mundo; lo que My Lai fue para la década de 1960, El Mozote fue para la década de 1980.
Si se admitía la masacre, el Congreso estadounidense podría detener la ayuda militar a El Salvador. Y eso no podía permitirse.
La Verdad Sale a la Luz: Investigaciones Forenses y la Comisión de la Verdad
1992: Las Exhumaciones Que No Pudieron Ser Negadas
Después de que terminara la guerra civil en 1992 con los Acuerdos de Paz de Chapultepec, finalmente se pudo investigar la verdad.
Las excavaciones forenses comenzaron en noviembre de 1992, específicamente del 13 al 17 de noviembre, en el sitio del convento adyacente a la iglesia de El Mozote, dirigidas por un equipo internacional que incluía expertos estadounidenses y el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF).
El EAAF era un grupo de científicos argentinos que habían desarrollado técnicas forenses para identificar a las víctimas de la dictadura militar argentina. Ahora traían esa experiencia a El Salvador.
Lo que encontraron fue irrefutable.
Descubrieron evidencia científica de hasta 200 restos identificados y concluyeron: "Todos estos hechos tienden a indicar la perpetración de un crimen masivo, no habiendo evidencia que apoye la teoría de un enfrentamiento entre dos grupos... la evidencia física de la exhumación de la casa del convento en El Mozote confirma las alegaciones de un asesinato en masa".
De los 143 restos esqueléticos encontrados, 136 eran niños y solo siete adultos. La mayoría eran niños menores de 12 años.
El 74% de los restos que han sido recuperados eran de niños. No había armas de guerrilleros. No había evidencia de combate. Solo había los restos de familias enteras ejecutadas.
La Comisión de la Verdad: "De la Locura a la Esperanza"
La Comisión de la Verdad para El Salvador fue creada bajo los Acuerdos de Paz de Chapultepec de 1992 entre el gobierno salvadoreño y el grupo guerrillero FMLN. Fue encargada de investigar actos serios de violencia cometidos durante la guerra civil de 1980-1992.
La comisión estaba compuesta por tres figuras públicas internacionales nombradas por el Secretario General de las Naciones Unidas: Belisario Betancur (ex presidente de Colombia), Reinaldo Figueredo Planchart (ex ministro de relaciones exteriores de Venezuela) y Thomas Buergenthal (profesor estadounidense y sobreviviente del Holocausto).
El 15 de marzo de 1993, presentaron su informe final titulado "De la Locura a la Esperanza: La Guerra de 12 Años en El Salvador".
El informe fue devastador. De los 22,000 testimonios documentados, al menos el 60% involucraban asesinatos, el 25% involucraban desapariciones y el 20% involucraban tortura.
Y sobre El Mozote específicamente, la Comisión concluyó:
"Existe prueba completa de que el 11 de diciembre de 1981, en la aldea de El Mozote, unidades del Batallón Atlacatl mataron deliberada y sistemáticamente a un grupo de más de 200 hombres, mujeres y niños, constituyendo toda la población civil que habían encontrado allí el día anterior y habían mantenido prisionera desde entonces".
La Comisión estimó que las tropas que participaban en la "Operación Rescate" masacraron a la población civil no combatiente en los cantones de La Joya, en las aldeas de La Rancheria, Jocote Amatillo y Los Toriles, y en el cantón Cerro Pando. La cifra total de víctimas en toda la operación superó las 200 personas solo en El Mozote, aunque las estimaciones totales incluidas las aldeas vecinas llegaron a aproximadamente 926 civiles.
La Reacción: Amnistía en Lugar de Justicia
¿Cómo reaccionó el gobierno salvadoreño? Apenas cinco días después de la publicación del informe de la Comisión de la ONU, el 20 de marzo de 1993, el gobierno aprobó una ley de amnistía general.
Las fuerzas armadas salvadoreñas anunciaron que rechazaban el Informe de la Comisión de la Verdad, llamándolo "injusto, incompleto, ilegal, poco ético, parcial e irrespetuoso", y afirmando que "estaban orgullosos de haber cumplido su misión de defender a su pueblo".
El periodista Carlos Dada, quien fundó el sitio de noticias investigativas El Faro, escribió sobre el día que se aprobó la ley de amnistía: "Escribí: 'Aquí está nuestra patria bailando con las muertes de sus propios hijos'. Esa fue la ley de amnistía para mí. Una fiesta hecha sobre gente muerta. Todavía siento lo mismo".
La amnistía significaba que nadie sería procesado. Nadie iría a la cárcel. Los perpetradores quedaban libres.
La Lucha por la Justicia: Un Camino Largo y Tortuoso
2012: La Corte Interamericana de Derechos Humanos
La lucha de las familias de las víctimas no terminó con la amnistía. En 2012, la Corte Interamericana de Derechos Humanos dictaminó en el caso Masacres de El Mozote y Lugares Aledaños vs. El Salvador que el Estado salvadoreño tenía responsabilidad internacional por violaciones graves de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, incluidos los derechos a la vida, al trato humano, a la libertad personal, y a las garantías y protección judicial, derivadas de la ejecución de aproximadamente 1,000 civiles por el Batallón Atlacatl durante las masacres de diciembre de 1981.
La Corte determinó que el fracaso del Estado en investigar, enjuiciar o castigar a los perpetradores, exacerbado por la Ley General de Amnistía para la Consolidación de la Paz de 1993, constituía violaciones continuas, declarando la amnistía inaplicable a graves abusos de derechos humanos.
La Corte ordenó reparaciones integrales, incluyendo compensación monetaria a sobrevivientes y familiares de víctimas, medidas no pecuniarias como actos públicos de reconocimiento, y la obligación de investigar y procesar a los responsables.
2011 y 2016: Disculpas y Nuevas Esperanzas
En diciembre de 2011, el gobierno salvadoreño se disculpó formalmente por la masacre en una ceremonia en el pueblo. El Ministro de Relaciones Exteriores Hugo Martínez, hablando en nombre del gobierno, llamó a la masacre la "ceguera de la violencia estatal" y pidió perdón.
Pero las disculpas, aunque importantes, no eran suficientes. Las familias querían justicia. En 2016 llegó un momento crucial: la Corte Suprema de El Salvador declaró inconstitucional la ley de amnistía de 1993. Por primera vez en más de dos décadas, era posible procesar a los responsables.
La Verdad Sobre la Presencia Estadounidense
En 2021, surgió una revelación impactante. Durante audiencias previas al juicio, el testimonio de la experta Terry Karl, profesora de ciencia política de la Universidad de Stanford, reveló que un asesor militar estadounidense, el Sargento Mayor Allen Bruce Hazelwood, estuvo en el lugar y en servicio en diciembre de 1981 cuando los soldados salvadoreños llevaron a cabo la masacre de El Mozote.
Karl calificó esto como un "encubrimiento sofisticado" por parte de la administración Reagan y la junta cívico-militar salvadoreña.
La noticia de la presencia de Hazelwood ofreció nuevos conocimientos sobre la extensión del papel de Estados Unidos y sobre lo que Estados Unidos sabía, y cuándo lo sabía.
2025: La Justicia Sigue Siendo Esquiva
En enero de 2020, un general retirado de la Fuerza Aérea de El Salvador admitió en la corte que las fuerzas armadas del país llevaron a cabo la infame masacre de El Mozote en diciembre de 1981. Este reconocimiento marcó la primera vez que el ejército salvadoreño asumió responsabilidad por la atrocidad.
Sin embargo, según investigaciones recientes, bajo el presidente Nayib Bukele, el caso contra funcionarios militares de alto rango está vacilando.
Krisia Moya, abogada que representa a la Asociación Pro-Búsqueda de Niñas y Niños Desaparecidos (APDHEM), explica: "Se acordaron otras medidas con el Estado en 2013 y 2014, y aunque no fueron verificadas por la corte, eran funcionales para las familias de las víctimas. Lamentablemente, bajo el nuevo gobierno, ha sido difícil implementar estas medidas y ha habido poco progreso. Ha sido como nadar contra la corriente para lograr que cumplan".
El Legado: Por Qué El Mozote Sigue Importando Hoy
Un Monumento a la Memoria
Hoy, en el lugar donde alguna vez estuvo El Mozote, hay un monumento. Una escultura de metal de una familia tomada de la mano.
Dentro del monumento ya se encuentran la mayoría de los restos de 141 personas exhumadas en 1992, 34 personas exhumadas en 2000 y 40 personas exhumadas en 2001.
Cada 11 de diciembre, las familias y sobrevivientes se reúnen para conmemorar a las víctimas. Es un día de dolor, pero también de resistencia. De negarse a olvidar.
Las Lecciones de El Mozote
El Mozote nos enseña varias lecciones dolorosas pero esenciales:
- Sobre la verdad y el poder: La masacre demuestra cómo los gobiernos poderosos pueden intentar negar incluso las atrocidades más evidentes cuando les conviene políticamente. Durante años, Estados Unidos y El Salvador negaron lo que había sucedido, atacaron a los periodistas que intentaron revelar la verdad.
- Sobre la importancia del periodismo: Sin Raymond Bonner y Alma Guillermoprieto, sin periodistas dispuestos a arriesgar sus carreras y sus vidas, la verdad podría haberse perdido para siempre. Su trabajo, aunque inicialmente desacreditado, finalmente fue vindicado.
- Sobre la ciencia forense: El trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense transformó la negación en evidencia irrefutable. Los huesos no mienten. Los pequeños cráneos encontrados en las ruinas del convento contaban una historia que ningún gobierno podía refutar.
- Sobre la impunidad: Más de 40 años después, nadie ha sido condenado por la masacre. Esta impunidad envía un mensaje peligroso: que el poder puede cometer atrocidades sin consecuencias.
- Sobre la resiliencia humana: La historia de Rufina Amaya, que perdió a su esposo y a sus cuatro hijos pero dedicó su vida a contar la verdad, es un testimonio de la capacidad humana de transformar el dolor en propósito.
El Contexto Más Amplio de la Guerra Civil
El informe de la Comisión de la Verdad examinó más de 22,000 denuncias de violencia durante la guerra, concluyendo que los agentes del Estado fueron responsables de aproximadamente el 85% de los casos, incluyendo masacres dirigidas contra poblaciones civiles.
El Mozote no fue un incidente aislado. Fue parte de un patrón sistemático. Una de las masacres emblemáticas documentadas por la Comisión de la Verdad fue la masacre de El Calabozo. A finales de agosto de 1982, más de 200 personas, desde bebés que aún no habían dado sus primeros pasos hasta abuelos ancianos, fueron asesinados a sangre fría por tropas del ejército salvadoreño. Cientos de aldeanos en la región norte de San Vicente habían intentado escapar de una operación militar destinada a "limpiar el área", pero fueron acorralados por soldados en las orillas del río Amatitán y ejecutados. Algunas mujeres y niñas fueron violadas antes de ser asesinadas.
Durante los 12 años de guerra civil, se estima que murieron más de 75,000 salvadoreños. Pero El Mozote se destaca no solo por su escala, sino por cómo se convirtió en un símbolo de la lucha entre la verdad y el poder.
Reflexiones Finales: La Verdad, Por Dolorosa Que Sea
Escribir sobre El Mozote no es fácil. Leer sobre El Mozote no es fácil. Pero es necesario.
Porque la historia no se trata solo de fechas y números. Se trata de personas. De Rufina Amaya escuchando los gritos de su hijo. De Cristino, de 9 años, sabiendo que iba a morir. De María Isabel, de apenas 8 meses, que nunca tuvo la oportunidad de crecer.
Se trata de los periodistas que arriesgaron todo para contar la verdad. De los científicos forenses que trabajaron meticulosamente para que los muertos pudieran hablar. De las familias que, décadas después, siguen buscando justicia.
Carlos Dada, del sitio de noticias investigativas El Faro, lo expresa mejor: "El hecho de que se apruebe una ley de amnistía o el hecho de que la narrativa oficial sea 'dejemos atrás todo y sigamos adelante' no lleva a las víctimas a ningún lado. Todavía están allí. Todavía hay miles de madres buscando a sus desaparecidos. Todavía hay miles de personas que sienten que no se les ha hecho justicia".
El Mozote nos recuerda que la verdad importa. Que la memoria importa. Que la justicia importa. Y que mientras quede alguien para contar la historia, las víctimas no serán olvidadas.
Fuentes y Referencias
Este artículo se basa en investigaciones exhaustivas de fuentes confiables, incluyendo:
- Informes de Naciones Unidas: Comisión de la Verdad para El Salvador (1993) - "De la Locura a la Esperanza".
- Corte Interamericana de Derechos Humanos: Sentencia del caso Masacres de El Mozote y Lugares Aledaños vs. El Salvador (2012).
- Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF): Informes de exhumaciones y análisis forenses (1992-presente).
- Reportajes periodísticos: New York Times (Raymond Bonner), Washington Post (Alma Guillermoprieto).
- Investigación académica: Mark Danner ("The Massacre at El Mozote", 1994), Leigh Binford y otros investigadores.
- Documentales: PBS Frontline "Massacre in El Salvador" (2021).
- Testimonios de sobrevivientes: Rufina Amaya y otros testigos.
- Archivos gubernamentales desclasificados: Departamento de Estado de EE.UU., CIA, Departamento de Defensa.
- Organizaciones de derechos humanos: Human Rights Watch, Amnesty International, Tutela Legal del Arzobispado.
Nota para los lectores: La masacre del Mozote sigue siendo un tema sensible y doloroso para muchas personas en El Salvador y la región. Este artículo busca presentar los hechos documentados de manera respetuosa, honrando la memoria de las víctimas y reconociendo el dolor continuo de los sobrevivientes y sus familias.
Última actualización: Diciembre 2025
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