Morena Celarié: La Morena de Cuscatlán y el Enigma de su Trágica Muerte en La Puerta del Diablo
Imagina por un momento a una niña en el bullicio del barrio San José, en San Salvador, moviéndose al ritmo de algo que ni ella misma podía explicar. No era solo un juego... era su destino. Morena Celarié, la pionera de la danza folclórica salvadoreña, nació el 20 de abril de 1922 en esa esquina humilde de El Salvador, donde el sol besa las calles empedradas y las historias se tejen con hilos de tradición. Su vida fue un baile eterno, lleno de gracia y sombras, hasta ese fatídico 1972, cuando su cuerpo apareció en el abismo de La Puerta del Diablo. ¿Suicidio? ¿Asesinato? Más de 50 años después, el misterio sigue latiendo como un tambor en fiestas patronales. Si buscas saber todo sobre Morena Celarié –su pasión por el folclor cuscatleco, su legado en la danza folclórica de El Salvador y esa muerte que duele como una espina en el corazón–, quédate conmigo. Vamos a caminar juntos por su historia, con respeto y un poquito de esa calidez salvadoreña que ella tanto amaba.
Una Niña que Bailaba con el Alma: Los Primeros Pasos de Morena Celarié
Ah, la infancia de Morena... No fue un cuento de hadas, ¿sabes? Nació Morena Guadalupe Celarié Noriega en una familia sencilla, con una mamá, Carmela Noriega de Canjura, que sería su gran aliada después. Pero a los cuatro años, ¡pum! Una parálisis le robó el movimiento en las piernas. Imagínate el susto, la impotencia de una niña que ya sentía el ritmo en la sangre. Su familia, devota hasta los huesos, le hizo una promesa a la Virgen de Guadalupe: "Si la curas, la vestiremos de blanco por siempre". Y vaya si cumplió. A los nueve años, milagrosamente, volvió a caminar. Desde entonces, Morena Celarié lució el blanco como un voto de gratitud, un lienzo puro para su arte.
A los 14, ya brillaba en grupos colegiales de danza folclórica en San Salvador. No era solo mover los pies; era contar historias de su tierra, de los pipiles y los lencas, de la flora y fauna que tanto la inspiraba. Recibió becas, invitaciones... El mundo la llamaba, pero ella siempre volvía a sus raíces cuscatlecas. ¿Sabías que a esa edad la filmaron para una película en la finca Modelo? Un pedacito de cine salvadoreño que capturó su fuego joven.
De San Salvador al Mundo: La Carrera de una Embajadora del Folclor
Y entonces, en 1941, llegó el gran salto. Una beca la llevó al Palacio de Bellas Artes en Ciudad de México, donde pulió su técnica como un diamante en bruto. Regresó a El Salvador con las maletas llenas de ideas: correografías que hablaban del levantamiento campesino de 1932, de la lucha indígena, de los volcanes y ríos que moldean nuestra identidad. No era solo bailar; era gritar "¡Esto es lo nuestro!" en cada giro, en cada paso.
En 1961, fundó el Grupo Morena Celarié –o Ballet Folclórico Morena Celarié, como lo conocemos hoy–, con el apoyo del Instituto Salvadoreño de Turismo (ISTU). Imagina: 300 bailarines moviéndose al unísono en La Suaca, una pieza que ella creó con música de Cándido Flamenco, el maestro del folclor. Habla de la familia cuscatleca, de la mujer que carga el mundo en sus hombros, con un vestido de manta blanca bordado de símbolos salvadoreños. ¡Qué orgullo! Giras por Centroamérica, Nueva York, Alemania... En Costa Rica, la bautizaron "Morena de Cuscatlán", un apodo que le quedaba como anillo al dedo.
¿Sus logros? Uf, por dónde empezar. Dirigió la Academia de Danza Folclórica Salvadoreña, dio clases gratis en escuelas y centros de rehabilitación. Fue Artista del Año del ISTU, y su frase –"Soy bailarina por naturaleza, bailé en el vientre de mi madre"– se convirtió en himno para generaciones. Coreografías como El Torito Pinto, Los Cumpas, El Barreño o El Día de la Cruz nacieron de su pluma, rescatando tradiciones que corrían riesgo de olvidarse. Y no olvidemos su rol en organizaciones como la Confederación Centroamericana de Folclor. Morena no bailaba sola; arrastraba a todos a celebrar lo salvadoreño.
El Corazón del Folclor Salvadoreño: Coreografías y un Sueño por la Identidad
Piénsalo: en una época donde el mundo parecía lejano, Morena Celarié ponía a El Salvador en el mapa con pies descalzos y sonrisas sinceras. Sus bailes no eran shows vacíos; eran puentes. La Suaca, por ejemplo, con sus sombreros que simbolizan la protección materna, soñaba con ser la danza nacional. Vestuario bordado con ramas de café, faldas que susurran historias de labradoras... Era folclor vivo, respirando la esencia de Panchimalco, de Izalco, de cada rincón de nuestro país.
Ella dividió la historia de la danza folclórica en dos: antes y después de Morena. Fundó el primer gremio profesional bajo el ISTU en 1971, y su academia formó a cientos. Hoy, la Escuela Nacional de Danza Morena Celarié –nombrada así por decreto en 1987– sigue su llama, con presentaciones como Hansel y Gretel o Panchimalco que llenan teatros en San Salvador. Exalumnos como Lilian Jovel de Oviedo o Vicente Aguiluz (quien partió en 2022, pero dejó un archivo inmenso) reviven sus piezas en eventos como el del Palacio Tecleño o en Santa Ana, el 20 de abril de 2024. Flores rojas y blancas, sonetos dedicados... Un tributo que dice: "No te olvidamos, maestra".
Un Legado que No se Apaga: Morena Celarié Vive en Cada Paso
Hoy, en 2025, su huella está por todos lados. La Escuela Nacional de Danza Morena Celarié estrena obras en el Teatro Presidente, celebrando el Mes de la Niñez con Hansel y Gretel –más de 100 chiquillos moviéndose con esa alegría que ella enseñaba. Grupos como el Ballet Morena Celarié, liderado por sus discípulos, recorren los 14 departamentos, llevando La Suaca a fiestas patronales y escuelas. Es como si Morena susurrara desde el más allá: "Bailen lo nuestro, con el alma abierta".
¿Su impacto? Enorme. Inspiró a maestras como Lilian de Oviedo, quien dice que Morena le enseñó a "bailar con el corazón cuscatleco". Y en redes, como en X, la gente comparte fotos de sus presentaciones, y su tumba en Los Ilustres o anuncia galas en el Palacio Nacional. Es un legado que trasciende: folclor que une familias, que recuerda quiénes somos en este El Salvador de volcanes.
El Día que se Rompió el Blanco: El Enigma de la Muerte de Morena Celarié
Pero... ay, qué duro hablar de esto. El 20 de abril de 1972, Morena cumplía 50. Rompió su promesa por primera vez: usaba un vestido amarillo, como un sol tímido. Salió de casa en San Salvador tras una llamada misteriosa –una clase para una niña en Los Planes de Renderos–. Visitó iglesias: El Rosario, San José, la Catedral... Buscaba un sacerdote, confesó preocupaciones a Rosa Amelia, esposa de su compañero Lito Barrientos. "Algo me inquieta", dijo, con esa voz que guiaba correografías.
No volvió. Su mamá la esperaba con cena de cumpleaños. Dos días después, el 22 de abril, su cuerpo yacía al fondo de La Puerta del Diablo, ese precipicio de 75 metros en Panchimalco, cerca de San Salvador. Fracturas múltiples, golpes en todo el cuerpo... La autopsia dijo "traumatismos en la cabeza", pero faltaban su cartera y reloj. Una sandalia rota, un moño... Como si el baile se hubiera detenido a medias.
¿Suicidio? La prensa lo pintó así, culpando a una depresión por deudas tras la guerra con Honduras de 1969, que cortó fondos al ISTU. Pero sus amigos, como German Jaime Paz, lo niegan rotundo: "Era una luchadora, no se rendía". La otra versión duele más: un balazo en la espalda, un empujón al vacío. Homicidio, concluyeron los judiciales. Arrestaron a un hombre que cumplió 15 años, pero... ¿fue el culpable? Vicente Aguiluz, su primer bailarín, juraba que era asesinato, quizás por envidias o sombras políticas de esos "tiempos de sospecha". Bandas de ladrones en la zona, un robo que salió mal... O algo más oscuro, en un El Salvador de los 70, con represión acechando.
El caso se cerró sin respuestas claras. Su cuerpo reposa en el Cementerio de Los Ilustres, junto a otros grandes. Y nosotros, aquí, 53 años después, seguimos preguntando: ¿Quién apagó esa luz? Con empatía, sin sensacionalismo, solo recordándola como la mujer fuerte que era, vestida de blanco eterno en nuestra memoria.
Morena Celarié: Un Baile que No Termina
Morena, si nos ves desde algún escenario celestial, gracias. Por hacernos mover el alma con tus pasos, por rescatar el folclor salvadoreño cuando nadie miraba. En La Puerta del Diablo, en las aulas de San Salvador o en un escenario de Santa Ana, tu legado baila vivo. Si estás en El Salvador y amas la danza folclórica, ve a una función de la Escuela Morena Celarié –te prometo que sentirás su abrazo. ¿Y su muerte? Sigue siendo un enigma, pero su vida... esa es la verdadera historia que ilumina. Baila con nosotros, Morena. Siempre.
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Morena Celarié
La Morena de Cuscatlán
Un viaje por la vida de la pionera de la danza folclórica salvadoreña y el enigma de su trágica muerte.
Nace Morena Guadalupe Celarié Noriega en el barrio San José, cuna de su destino.
Su cuerpo es hallado, dejando un vacío en la cultura y un misterio que perdura.
Una Niña que Bailaba con el Alma
La infancia de Morena no fue fácil. Marcada por la enfermedad y una promesa de fe, su resiliencia la definió. El blanco que vistió por gratitud se convirtió en el lienzo de su arte.
Una parálisis le roba el movimiento, un golpe devastador para una niña con el ritmo en la sangre.
Tras una promesa familiar, vuelve a caminar. Adopta el vestido blanco como voto de gratitud.
Brilla en grupos colegiales. El baile ya no es un juego, es su vocación y la voz de su tierra.
Embajadora del Folclor
Desde su beca en México hasta fundar el ballet nacional, la carrera de Morena fue un ascenso dedicado a una sola misión: gritarle al mundo la identidad salvadoreña a través de la danza.
Un Legado que No se Apaga
Morena dividió la historia de la danza en El Salvador. Su impacto es tan grande que opaca todo lo anterior, creando una nueva era para el folclor que sigue viva en cada academia y grupo que hoy lleva su nombre.
Coreografías: El Corazón de Cuscatlán
Morena no solo bailaba, creaba. Sus piezas rescataron tradiciones del olvido, convirtiéndose en el repertorio fundamental del folclor salvadoreño. *La Suaca* fue su sueño de un himno nacional danzado.
El Enigma: El Día que se Rompió el Blanco
El 20 de abril de 1972, día de su 50 cumpleaños, Morena vistió de amarillo. Salió tras una llamada misteriosa. Dos días después, su baile se detuvo en el precipicio de La Puerta del Diablo. Más de 50 años después, las preguntas superan a las respuestas.
Llamada misteriosa, visitas a iglesias, confesión de inquietud. Días después, su cuerpo es hallado.
Teoría 1: Suicidio
Fuente: Reportes de prensa iniciales.
Motivo: Supuesta depresión por deudas tras la guerra de 1969.
Refutación: Amigos y familiares lo niegan. "Era una luchadora".
Teoría 2: Homicidio
Fuente: Conclusión judicial, amigos cercanos.
Evidencia: Faltaban cartera y reloj. Rumores de un balazo. Autopsia: "traumatismos en la cabeza".
Motivo: Robo, envidias profesionales o "tiempos de sospecha" política.
El caso se cerró, pero la verdad nunca se esclareció. Su muerte sigue doliendo.


