Una tradición de El Salvador


Los Cumpas: La Danza Sagrada de los Santos Compadres en El Salvador  


Entre Nieblas y Montañas: El Origen de una Tradición Ancestral 

En el corazón de El Salvador, donde las montañas se abrazan con los valles y los ríos susurran leyendas, existe un ritual que trasciende el tiempo: Los Cumpas. Esta tradición de hermanamiento entre los pueblos de San Lucas Cuisnahuát y San Cristóbal de Jayaque, no es solo una fiesta, sino un pacto sagrado tejido entre santos, cofradías y almas devotas. Su historia, nacida de la adversidad y la fe, se remonta a finales del siglo XVII, cuando el Río Grande de Sonsonate despertó furioso bajo un cielo encapotado.  


La Inundación y el Pacto Divino 


Cuentan los ancianos que, hace más de tres siglos, Cuisnahuát no estaba donde hoy se alza, sino cerca de Mizata, en la costa del Pacífico. Un invierno implacable azotó la región, y el río, embravecido, arrasó con todo a su paso. Las aguas devoraron cosechas y hogares, dejando a su pueblo desamparado. Fue entonces cuando San Lucas, patrono de Cuisnahuát, extendió una mano celestial hacia su compadre San Cristóbal, protector de Jayaque.  


Según la leyenda, San Cristóbal guió a los sobrevivientes hacia la cumbre, tras el Cerro de los Coyotes, donde fundaron un nuevo hogar. Este acto de solidaridad divina dio origen a Los Cumpas, un vínculo que se renueva cada año con peregrinaciones, bailes y ofrendas.  


El Ritual de los Santos Compadres: Un Viaje Entre Mundos


Cada 22 y 23 de julio, los pueblos de Cuisnahuát, Tepecoyo y Jayaque se transforman en un escenario de colores, cantos y devoción. La tradición, que fusiona raíces indígenas con fervor católico, es una danza entre lo terrenal y lo divino.  


La Peregrinación: Caminando con los Santos 


Al amanecer del 22 de julio, cientos de fieles parten desde Cuisnahuát cargando las imágenes de San Lucas y San Cristóbal en hombros. Niños, ancianos y jóvenes avanzan por senderos montañosos, entonando cantos que resuenan como plegarias ancestrales. El camino, empedrado de fe, los lleva a Tepecoyo, donde les espera San Esteban Protomártir, el tercer compadre en esta trinidad sagrada.  


La Topa: El Saludo que Conmueve al Cielo 


El momento culmen es la Topa, un saludo ritual entre las imágenes. Las cofradías se alinean en fila, mientras los santos avanzan lentamente, como si sus miradas de madera cobraran vida. El estruendo de cohetes de vara, anuncia el encuentro, y los mayordomos intercambian regalos: frutas, panes y flores, símbolos de abundancia y gratitud.  


Fiesta en Tepecoyo: Danzas, Chicha y Chaparro


En Tepecoyo, la celebración estalla en un mosaico de tradiciones:  

- Los Historiantes, danzantes ataviados con máscaras y capas, representan la eterna lucha entre moros y cristianos, un drama colonial que revive con cada paso.  

- La chicha y el chaparro —bebidas fermentadas de maíz y nancite— fluyen como elixires de fraternidad.  

- Los aromas de tamales, chocolate y nancito macerado, se mezclan con el humo de la pólvora durante la quema de juegos pirotécnicos.  


Una tradición bicentenaria


Al caer la noche, las orquestas animan a turistas y locales a bailar bajo las estrellas, mientras las imágenes de los santos descansan, custodiadas por velas y rezos.  


La Ruta Sagrada: De Tepecoyo a Jayaque


Al alba del 23 de julio, la peregrinación reinicia su marcha hacia Jayaque. Al llegar, San Cristóbal recibe a San Lucas en la Parroquia de San Cristóbal, donde una misa solemne sella el pacto anual. Las cofradías, ahora unidas, prometen mantener viva la tradición otros 365 días.  


Fusión de Mundos: Cristianismo y Espíritu Indígena  


Como explican historiadores de Tepecoyo, Los Cumpas son un puente entre dos cosmovisiones:  

"Es la unión de lo cristiano y lo indígena. San Lucas viaja en invierno a las tierras altas, y en verano regresa a su pueblo. Es un ciclo que honra a la tierra y a los ancestros".  


Este sincretismo se refleja en detalles como las ofrendas de bálsamo —árbol sagrado para los pueblos originarios— y los rituales que invocan protección contra las lluvias, recordando aquel diluvio del siglo XVII.  


Los Cumpas en el Siglo XXI: Entre Devoción y Turismo


Hoy, esta tradición bicentenaria no solo congrega fieles, sino también viajeros ávidos de autenticidad. La Asociación de Turismo de Tepecoyo, organiza ferias gastronómicas y artesanales, donde se venden tejidos, cerámicas y el famoso bálsamo de Tepecoyo. Carreras de cintas, reparto de tamales y exhibiciones folclóricas atraen a familias enteras, asegurando que la herencia perdure.  


Conclusión: El Abrazo Eterno de los Cumpas


Los Cumpas no son solo una festividad; son un juramento tallado en el tiempo, un recordatorio de que la fe y la solidaridad pueden vencer incluso a las aguas más furiosas. En cada paso de los peregrinos, en cada danza de los historiantes, late el alma de un pueblo que se niega a olvidar.  


¿Listo para vivir esta experiencia? El próximo 22 de julio, sigue el sonido de los cohetes y únete a la caravana de los santos compadres. Entre montañas, cantos y copas de chicha, descubrirás por qué esta tradición es el corazón indomable de El Salvador.  


Este artículo fue escrito con el propósito de preservar y difundir la riqueza cultural de El Salvador. ¡Comparte y déjate llevar por la magia de Los Cumpas! Pero también puede interesarte leer sobre la llegada de la virgen de Guadalupe a El Salvador