El Misterio del Cementerio de Santiago de María
Fascinación por lo Desconocido
Desde siempre, me ha cautivado lo que se esconde en las sombras y los susurros que se pierden en el viento nocturno. La oscuridad y el misterio siempre han tenido un atractivo irresistible para mí. En el pequeño pueblo de Santiago de María, ubicado en las montañas de El Salvador, encontré el lugar perfecto para explorar esos enigmas: el viejo cementerio.
Una Tradición Inusual
Cada fin de semana, mi amigo Juan y yo nos reuníamos en el cementerio para contar historias de terror. Era nuestra tradición secreta, un rincón donde la realidad se entrelazaba con la ficción mientras devorábamos golosinas bajo el manto estrellado. Nos divertíamos asustándonos mutuamente, disfrutando de esa mezcla de adrenalina y buena amistad.
Una Noche Inolvidable
Una noche, recibí un mensaje inesperado de Juan:
"¡Voy a llegar tarde, quedé salir con Marta. Adelántate vos!"
Asentí, aunque una parte de mí se retorcía con la idea de estar solo en ese lugar. Sin embargo, decidí ser valiente y mantener aquella loca y aventurera tradición.
El Encuentro con el Anciano
Al llegar a la puerta del cementerio, la silueta de un anciano emergió de la bruma. Su presencia me sorprendió y me inquietó a la vez.
—¿Qué hacés aquí, joven? —preguntó con voz rasposa.
—Soy el vigilante —respondí, intentando ocultar mi nerviosismo.
Al acercarme, reconocí su rostro surcado por el tiempo. ¡Era don Pedro! Un hombre que no veía desde hacía meses.
—¿Don Pedro? —exclamé, sorprendido.
—Deberías volver a tu casa —me aconsejó con seriedad—. Este lugar merece respeto, aquí descansan almas buenas... y otras no tan buenas.
Sus palabras me calaron hondo, y decidí hacerle caso. El camino de regreso a casa se hizo eterno, con cada sombra y susurro amplificando mi miedo.
La Revelación
Al llegar a casa, mi mamá me esperaba, inquieta.
—¿Por qué volviste tan pronto? —preguntó, notando mi agitación.
Le conté sobre mi encuentro con don Pedro y vi cómo su rostro se tornaba pálido.
—Hijo, eso es imposible... Don Pedro falleció hace meses. Una noche, un aguacero lo sorprendió cerca del cementerio y... murió junto a la ceiba de la entrada.
El escalofrío que recorrió mi espalda fue más helado que la lluvia de aquella noche fatídica.
Un Cambio de Corazón
Desde entonces, nunca volví a pisar el cementerio solo. Las historias de terror ahora las contábamos lejos de las tumbas susurrantes. La experiencia nos enseñó que algunas fronteras entre la vida y la muerte no deben cruzarse sin respeto.
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Basado en hechos reales
Créditos a su autor.
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